Nos encontramos en plena era virtual y cada vez encontramos más fenómenos que nos llevan a chatear y observar diferentes actividades de seres reales que operan virtualmente como si fueran ellos. Me gusta, es más formo parte de varias de estas redes sociales, pero recuerdo especialmente cuando me cree el llamado messenger, quizás el programa más famoso del mundo; pues cada vez que lo uso me doy cuenta que no tiene mucho sentido. Os explicaré porque. Pues bien, encuentro que no hay punto de comparación, y es totalmente insustituible, al hablar cara a cara con una persona, hasta el mismísimo punto de no saber si esa persona tiene ganas de conversar contigo (cara a cara normalmente sí), sin poder captar los gestos que hace, sin poder captar los diferentes tonos, sin poder mirarle a los ojos etc... Y claro ahora me sale el típico listillo que si la webcam es lo mismo... Pues a ver, creo que no nos hemos entendido, quizás mirarle a los ojos si, pero no directamente, ni tampoco captar nada de lo que hace, pues sólo va a hacer que bajar la cabeza (o no) para escribir y ala... Pues bien con todo esto vengo a decir que una de las cosas que nos hace disfrutar más a la mayoria de nosotros es conversar cara a cara y lo que encuentro más emocionante aún; entendernos. Tener la capacidad de entender a una persona, puede dar hasta miedo. El poder de entender es uno de los más supremos, por el hecho simple de compenetrarse con la otra persona y ser 2 en 1. Pero claro, no todo el mundo puede entender a otras personas, por su carácter o por simplemente su poca empatía. Aprovechemos, los que podamos entender a otras personas, porqué el entendimiento lleva al cariño y del cariño al amor. Y el amor, no se encuentra de manera única y exclusiva que cara a cara.
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